"La pitonisa leyó la mano de la mujer lectora. En cada línea adivinó un capítulo de su vida: un comienzo feliz, un nudo en la garganta y un desenlace trágico. Desde ese día, la mujer lectora leyó entre líneas." (Esto y ESO). Raúl Vacas.

sábado, 16 de enero de 2016

De cómo una clase de lingüística textual puede convertirse en un manual de escape.

Serendipia. (Del ing. "Serendipity" / Del árabe. "Serendib" o "Sarandib") Hallazgo o accidente inesperado y afortunado, de cosas que no se están buscando ni investigando, pero que son la solución para otro problema que se tenía.

Estoy viendo pasar las nubes, pisar los días, del mismo modo en que se pisan las hojas en otoño: como si nunca hubieran estado vivos.
Va todo tan rápido que asusta. Y aunque cómplice, observas con recelo cómo no llegas, cómo arde, y arde, y arde.
Hay cosas que no diré porque se derrama la magia cuando se mide, ya se sabe. Toco siempre lo intangible, estoy fuera de las coordenadas. Está todo tan agrietado que al final se rompe. Pero es que lo roto a veces encaja. Hay que aprender a vivir en desorden.

Hay adioses crudos y espinas tejidas, siempres que parece que son gratis, cosas que rompo, días que sangro, lluvia si por aquí dentro duele y no... Ninguna cohesión ni coherencia entre estas líneas; más bien muchos nombres, muchas noches, mucha tinta, si bien es cierta una sola cosa; una adecuación, directa: directa al corazón. (Como las balas, sólo que las letras curan).
Yo tampoco sabía que las tres características del texto daban para tanto.

Temo el día en que cualquier lugar, cualquier momento, deje, de súbito, de convertirse en una nave, una nube, un escape, un puente que cruza un muro, un ahora que rompe un antes. Que bailen rumbas las palabras, mis palabras; que sigan alimentándome, en fin, el balance entre sístole y diástole. Y que nunca paren.
Que no paren porque entonces, no pensaré y si no pienso, no escribo. La cuestión es que cuando escribo, al menos no pienso y si no pienso... En fin, que en días como hoy, de estos en los que casi sería mejor que Sol no hubiese nacido, es mejor, en definitiva, no pensar. Y dejar pasar las nubes, y arder los días, y tú, limitarte a atender a las lecciones que te toquen (no necesariamente tienen que ser todas en el colegio) y, a la hora en la que nadie canta y la vida se esconde, reflexionar un poco sobre ellas. Por simples que sean. Coherencia, cohesión y adecuación. Ya ves. Quién sabe si algún día, alguien escribirá algo con ellas.


Apuntes sobre mi paso por la clase de Lengua
XIII / I / XVI

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