"La pitonisa leyó la mano de la mujer lectora. En cada línea adivinó un capítulo de su vida: un comienzo feliz, un nudo en la garganta y un desenlace trágico. Desde ese día, la mujer lectora leyó entre líneas." (Esto y ESO). Raúl Vacas.

miércoles, 27 de enero de 2016

(Entrada políticamente incorrecta)

Parte I

   Fue tan triste que hasta las lágrimas caían de rodillas. Políticos, homosexuales, arios y judíos, alemanes desempleados. Nunca dejaron de ser personas. Pese a todo. Pese a ser toda su vida penosamente reinados, esclavizados,  pese a cavar su propia tumba cada día bajo el umbral del desgarrador “Arbeit Macht Frei”. Trabajar os hará libres. Será eso.

   Hoy, los ojos congelados, el horror y la lástima, el pudor ante lo que un día fue, lo que un día fuimos.  Sería impensable que se repitiera en nuestros tiempos, ¿no? Nunca. Qué va.
Hoy lo he visto claro. No hay regocijo. ¿Cómo iba a haberlo? Pocas personas habría más ignorantes que aquel que piense que el no bordar miserables triángulos en camisas rayadas realmente nos hace libres. Que realmente acabó la guerra. Digan, ¿dónde quedaron las luces, la Ilustración, el progreso y la razón, la inteligencia, los libros, la ciencia; el futuro?


   No hay regocijo. No hay victoria. No puede haberla.  ¿No hay triángulos? ¿No etiquetamos? ¿No imitamos, no odiamos, oprimimos, desgarramos? Hoy lo he visto claro. No hay victoria y seguirá habiendo triángulos mientras Mar lleve un escote, mientras Gabriel se confiese homosexual, mientras a Jorge le gusten las chicas y los chicos, mientras velos de colores salpiquen las clases, los autobuses, las filas en los supermercados. Seguirá habiendo triángulos mientras esté la izquierda y la derecha en el Senado, las becas, lo público, lo privado, las estadísticas, los porcentajes, las cribas y los filtros, las clasificaciones, los número uno, el “cuando hablan los mayores los niños se callan”, el “sólo te acepto si eres como yo”; lo políticamente correcto e incorrecto. Vamos, regocijémonos en nuestra propia miseria, inhalemos de nuestro aire de sacristías y calabozos. Al alzar la vista desde nuestra celda: gente ladrona y oportunista, curas fanáticos y reyes incapaces. ¿Lo peor? Que sean el credo de tan alto porcentaje de la población. ¿Pasó todo? ¿Ya acabó la guerra? Si se me permite opinar, no es que jamás hayamos escarmentado, que no hayamos aprendido; es que quizá no hayamos tenido todavía de lo que aprender,  pues para ello, antes necesitaríamos darnos cuenta del error que se cometió, y esta conciencia –estarán de acuerdo conmigo- únicamente suele llegar cuando la situación en sí ya ha acabado. Echen cuentas.













Fuente: Arturo Pérez Reverte. "Una Historia de España (XLI)"
"Pride" (Orgullo)

Andrea Tío


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