"La pitonisa leyó la mano de la mujer lectora. En cada línea adivinó un capítulo de su vida: un comienzo feliz, un nudo en la garganta y un desenlace trágico. Desde ese día, la mujer lectora leyó entre líneas." (Esto y ESO). Raúl Vacas.

viernes, 30 de octubre de 2015

La nieta del señor Linh


La historia que nos narra el autor, Philippe Claudel, es conmovedora y con un final que te descoloca del todo. Es un libro que desde el principio te engancha y su exquisita narración hace sumergirte en la historia hasta el final. Describe los paisajes y todo lo que rodea a los personajes sentimientos, pensamientos, sensaciones... de una forma minimalista que los haces tuyos sin ninguna dificultad.
La historia que nos narra "La nieta del señor Linh" es la historia de mucha gente que se ve obligada a abandonar su país dejando todo atrás y llevándose solamente los recuerdos (como el señor Linh que abandona su país llevando solo consigo un saquito de arena y una foto vieja en una vieja maleta).

sábado, 24 de octubre de 2015

Buscando entre líneas a Alaska

Hace unos días me acabé de leer Buscando a Alaska, de John Green. Una divagación adolescente que puede parecer superficial si la lees por encima, pero en la que subyacen reflexiones y pensamientos muy profundos. Quizás la historia no es genial ni muy absorbente, pero a la larga te conmueve, te emociona y te hace pensar, pensar en preguntas que no tienen respuesta o que la tienen pero es demasiado difícil de asimilar.

viernes, 23 de octubre de 2015

Problema. (Microrrelato)

La velocidad media de una persona de entre 15 y 20 años es de 1 m/s así que a 5 minutos desde la última vez que te vi, me encontraba a 56 metros de mi casa y a 264 metros de ti. Lo sé porque volví y lo calculé. Si contamos con que escogí el camino más corto, a 5 minutos desde la última vez que te vi estaba al lado del parque en el que jugaba cuando era pequeño. Lo sé porque volví y lo comprobé.

jueves, 22 de octubre de 2015

La vida a veces...

"La vida a veces es sólo una fotografía, una noticia inesperada. La vida a veces pasa en un segundo, o en cinco, o en una palabra, en un color. La vida a veces es lo que sucede de puertas adentro. La vida a veces es muy poco; pero tan intensa. La vida a veces son las historias en las que los protagonistas son los detalles, las cosas pequeñas que no aparecen en los periódicos. La vida son cartas que no llegan, corazones en paro, aeropuertos con besos...".

Las fotos.

Esta debería ser la historia de una mujer que salió a por un libro y levantó tanto la tierra que le acabaron escribiendo uno. Pero no, esto no es más que la historia de la mujer de los llantos a capella. Una mujer que era más verdad que la lluvia o las mareas. La que a modo de huracán arrasó mi vida desde el principio, y aún no ha acabado. Y por eso la quería. Por eso la quiero. Pero creedme que la he visto en sus mejores y sus peores facetas, y no sé cuándo me gustó más; si cuando la observé proclamándose diosa, o cuando la contemplé confesándose humana.
Voy a empezar desde el principio.

viernes, 16 de octubre de 2015

Bécquer y el amor 2.3

Eric.                                                                                                 Isabel.

Siglo XXI

"Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro"

Yo viví el amor como el que muere de una enfermedad con esperanza de vida. Ya negué tu nombre cien veces, te pinté sobre el lienzo de cada ocaso, puse tu nombre a mis ojeras y esbocé la sonrisa fingida cuando me preguntaban que si todo bien. (Y juro que si hay algo más doloroso que dar un beso por última vez, es darlo sin saber que es el último.)

Bécquer y el amor 2.2


Eric e Isabel.
Desde que se juntaron por primera vez poco tiempo tuvo que pasar para que ella le llenara la cabeza con sus delicadas esperanzas. Juntos escribieron su propio cuento con promesas hechas pluma y caricias de papel. Las vistas eran preciosas desde esa pequeña colina de esperanza que habían creado. Mas se puede recordar alguna que otra ocasión en la que

miércoles, 14 de octubre de 2015

Bécquer y el amor 2.1

Isabel y Eric.

La velada terminó a base de viejos hombres borrachos y damas sin escrúpulos.
 Fue hasta tal punto su encaprichamiento por aquella doncella que para él ese lugar no era una boda, eran las vistas desde una montaña, salvaje, indomable, (insertar adjetivo calificativo). Después de aquella noche él solo tenía imaginación suficiente para encontrarla. Sentía que la piel le quemaba cuando ella le soltaba. Sentía el paso del tiempo únicamente en los momentos en los que ella no estaba con él.

domingo, 11 de octubre de 2015

Bécquer y el amor 2.0

Eric. Isabel.

El chico moreno,  de piel tostada, ojos miel y pelo ensortijado descansaba sobre la cama de su habitación escuchando el jaleo del pasillo. Era tal su mala suerte que el día en el que Muse venía por primera vez a Madrid, su hermana mayor se tenía que casar -pensaba él-. “¡Mamá,  ayúdame a atar la corbata!”, “Ya tienes 16 años, cariño, eres lo suficientemente mayor como para hacerlo tú solo.”

100 años de aburrimiento más tarde...

jueves, 8 de octubre de 2015

Cualquier tiempo pasado




Hoy he encontrado una foto de cuando era pequeña.  Una de estas fotos descoloridas y con la fecha puesta por detrás con la inconfundible caligrafía de tu madre. Las sonrisas estáticas y los dientes de leche asomando brillantes, los cabellos oscuros, el cielo nítido sin rastro de nubes y la luz implacable en la que se hunde todo, tan claro y tan perfecto. Momentos capturados para siempre, inalterables, instantes congelados en el tiempo a los que nunca podrás regresar.
¡Señoras y señores, se levanta el telón!



Toda obra de teatro que se precie comienza con el telón echado y con su subida para que empiece la función y aunque estamos ya en el mes de Octubre, no cabe duda que el mes pasado fue el pistoletazo de salida para que diera comienzo de nuevo la ''función de la vida''.
El verano ha quedado atrás y con él nuestro tiempo de ocio (añorado día a día), nuestras idas y venidas a nuestros lugares de origen, nuestros encuentros con amigos y familiares y nuestros días de desconexión de la rutina. Nuestras actividades diarias han quedado en las estanterías, aparcadas, al igual que nuestros estudios y como el tiempo se escurre de nuestras manos y pasa sin darnos cuenta nos encontramos de nuevo en la vorágine del día a día.

Las noches de lluvia no siempre acaban con un beso.

Sin más presentaciones, comenzaré este post hablando sobre los aburridos pero necesarios, repetitivos pero pegadizos tópicos. Aquellos capaces de guiar el rumbo de nuestros pensamientos. Los tan amados y conocidos tópicos. Pero hoy no me detendré en cualquiera, sino que hablaré de los qué acaparan el día a día actual. Como esas historias de amor en las que intentan reflejar problemas de la vida real para cambiar la dinámica del "cuento de hadas", esos mensajes subliminales en los medios que advierten que "si no haces algo grande con tu vida no vives, solo sobrevives" y esos versos de gente que ha sentido lo mismo que tú pero sabía que palabras utilizar. Sí amigos, hablo de las tensas escenas en las que tu personaje favorito nunca hace caso cuando pronuncias ese "no entres ahí..." que irrita al amante de las clásicas películas de terror, de ese "la puerta abierta para que entren o cerrada para enjaularme con ellos" antes de tumbarte en la cama a pasar la noche mirando ese montón de ropa sucia el cual no sabes en qué momento se levantará en forma de asesino para concluir su aterradora misión.


Me gustaría compartir hoy con ustedes esta imagen con la que (en qué buena hora) me encontré en determinada ocasión.
Quisiera, en primer lugar, que leyeran todo esto con la calma de un domingo de diciembre de esos de café y manta, lluvia y frío, pasión y hogar. De lo contrario, nada de esto sirve. Pido, por anticipado, que si no disponen del tiempo necesario, por favor dejen esta entrada donde la encontraron. Sigan con sus quehaceres y jamás recuerden éste momento de su vida. Las palabras a veces reconfortan. Lo puedo jurar.